no tiene de miel dulzor;
es un vaso de agua fresca
con goticas de limón.
La de hoy es la copla inaugural (enero 2002), de Gregorio García Arista.
El
«no» sin eco posible
de tu voz embalsamada,
se está
muriendo de frío
en los cristales del agua.
Rafael de León y Arias de Saavedra, Conde de Gómara y Marqués del Valle de la Reina (Sevilla 1910-Madrid 1982) es un magnífico poeta y, además, autor de la letra de más de ocho mil canciones, muchas de ellas formando parte del famoso tríptico “Quintero, León y Quiroga”. Varias de ellas (Ojos verdes, La zarzamora, Romance de la Reina Mercedes...) son, en su letra, monumentos a la copla de este maestro indiscutible de nuestra poesía popular pues es la copla, la estrofa, la que nutre la mayoría de estas canciones españolas, por extensión denominadas “coplas” aunque esa denominación parta de los años veinte del siglo pasado, contrariamente a la copla (estrofa) que se remonta a los orígenes de nuestra lengua. He aquí una copla suya, una estrofa, un poema.
Poeta de los colores
los dibujos y los trazos;
discreto y hombre de bien:
es Calvo y es Supermaño
Alberto Calvo es compañero desde hace años en estas páginas del HERALDO y, además, amigo. Es un artista singular, grande, con una intensa trayectoria en varias publicaciones y exposiciones en diversas galerías. Algunas de sus máximas le definen: “Yo me meto con las actitudes, nunca con las personas”, o “La crítica empieza por la autocrítica”. Alberto Calvo, pintor de la actualidad, ha creado un personaje, Supermaño (1985), al que ha hecho famoso como protagonista de sus viñetas. Además -y eso es cualidad de los grandes- es persona modesta y muy sabia, aunque él jamás hace gala de ello sino a través de su criatura, ese personaje aragonés entrañable y sencillo -como su autor- y que nos canta las verdades, como el legendario barquero de Talaván.
Una mirada me dijo
que para tí me querías;
desde entonces voy buscando
tus ojitos cada día.
La copla, cuando es es un poema, debe expresar con brevedad, belleza y ritmo la entera idea del poeta. Su composición es un ejercicio, aunque de corta extensión, de dificultad meritoria, pues ha de cumplir las reglas de estilo escrupulosamente. Y hay una curiosidad en su lenguaje poético que utilizan con gusto sobre todo los poetas del sur y otros grandes, como el querido y recordado poeta y flamencólogo pacense Félix Grande (1937-2014). Él nos contaba cómo el diminutivo suaviza el verso y lo hace más íntimo y entrañable y en su faceta coplera (que las tiene y muy bellas) lo utiliza, prestándoles delicadeza y ternura. Mi cuarteta de hoy, ya veterana, la traigo aquí en su honor y recuerdo y en el de tantos poetas que ayer y hoy ennoblecen la copla...
(Heraldo de Aragón. Junio de 2021)