jueves, 20 de agosto de 2020

La Copla. Opiniones


Valentín Martín, periodista, escritor y poeta, valora con estas palabras el libro "La copla":

"Un libro imprescindible. Todos los demás pueden ser necesarios, pero este sirve para olvidar el olvido. La copla, como el romance, la soleá, la seguidilla, son el esplendor de la lírica popular de nuestro idioma que no matará nunca el hayku"

 Muchas gracias.

sábado, 15 de agosto de 2020

La copla. Introducción (fragmento)

 



 (En la foto, Susana Diez de la Cortina, en un acto de mi presentación, con el poeta Angel Guinda y el editor Antonio Huerga)

Del extenso trabajo introductorio de la filóloga, investigadora y poeta Susana Diez de la Cortina, que abarca una treintena de páginas en la edición impresa de “La copla. Emoción y poema” no podemos, lógicamente, hacer una publicación integral. Sí es necesario recalcar que es un trabajo meticuloso y documentado que introduce los textos e ilustrará al lector muy adecuadamente con información y citas de indudable interés. Como muestra, aunque necesariamente descontextualizada ya que el trabajo forma un todo uniforme, publicamos el siguiente párrafo:
"Pero no debemos confundir lo popular con lo vulgar. Se trata de otro par de opuestos: lo culto y lo popular. Lo popular, es decir, lo que el pueblo conserva como propio y acepta en su bagaje (refranes, proverbios, cantigas, coplas, etc.) es lo digno de ser transmitido por la vía de la tradición, de generación en generación. El saber popular es tan antiguo como la propia lengua que lo sustenta, el surgimiento de un idioma como herramienta de comunicación y vehículo de cultura implica el surgimiento de los géneros discursivos y literarios. Estos últimos cambian o se ponen más o menos de moda, pero entre ellos algunos se mantienen con perseverancia: es el caso de la copla. Conservamos coplas tan antiguas como la propia lengua castellana. Este profundo arraigo de la copla en nuestra cultura se explica porque su surgimiento es coetáneo al de las lenguas vernáculas peninsulares. De hecho, es probable que la copla proceda de versos pareados más largos, al igual que los antiguos romances, que a su vez son desgajamientos de los cantares de gesta, de ahí que tanto los romances como las coplas tradicionales tuvieran rima asonante en los pares."

miércoles, 12 de agosto de 2020

La Copla. Prólogo de Juan Domínguez Lasierra, escritor y periodista.




PRÓLOGO





La copla, género poético





Miguel Ángel Yusta, escritor y poeta y el “Mayusta” de la copla aragonesa, vuelve por do solía,tras varias antologías sobre el tema, y nos ofrece una nueva entrega de su sección “Rincón de la copla”, publicada en el dominical de Heraldo de Aragón, además de una antología de otras suyas, muchas inéditas. En su sección dominical (desde hace ya veinte años, un referende en la historia del veterano diario zaragozano) alternan coplas del repertorio de grandes joteros (Oto, Galé, Cecilio Navarro...) con versos de grandes escritores españoles (desde Lope de Vega a la generación del 27 y posteriores), desde conocidos autores aragoneses de nuestros días a testimonios de coplistas de distintas regiones españolas. No faltan las coplas popularizadas por legendarios cantantes, lo mismo Miguel Fleta, Alfredo Kraus, Teresa Berganza o Plácido Domingo, que Concha Piquer, Lola Flores, Antonio Molina o Carlos Gardel. Ni las surgidas de zarzuelas firmadas por los más grandes del género: Guerrero y Ramos Martín, Chapí, el maestro Serrano, Echegaray y Caballero… Ni falta el recuerdo a los que han estudiado la jota, como Demetrio Galán Bergua, Antonio Beltrán, Alfonso Zapater, Javier Barreiro… Y también, como se indica al principio de estas líneas, una selección de las numerosas creaciones propias del antólogo, en las que Mayusta dedica sus cuartetas especialmente al tema eterno: el amor, o su ausencia.

Miguel Ángel Yusta, como todos sabemos, lleva muchos años batallando por la dignificación de la copla aragonesa. Entre sus participaciones en el concurso de coplas de las Fiestas del Pilar –que ha ganado en más de quince ocasiones—hasta el ya mencionado “Rincón de la copla”, son ya más de treinta años sacando del ostracismo (es decir, de sus ámbitos habituales) el mundo de la jota, difundiéndolo y enriqueciendo con mimbres propios y ajenos, otorgándole un pedigrí que hasta no hace mucho se le negaba.

Son muy interesantes, en su brevedad, las acotaciones teóricas que Yusta incorpora a sus “rincones”, en las que imparte doctrina, con autoridad más que justificada, partiendo del concepto métrico acuñado de la copla: “una estrofa poética que se compone de cuatro versos octosílabos, rimando en asonante los pares y quedando libres los impares”.

A partir de aquí, de esta escueta preceptiva, con la copla se puede hacer poesía mala, regular, buena y magistral, y nos referimos lo mismo a lo popular que a lo culto, pues como dice el autor, “puede ser inigualable vehículo de belleza, precisamente, por la obligada concisión en la expresión que conlleva su brevedad”. Vehículo de “todo tipo de emociones y sentimientos y, naturalmente, de los más hermosos y controvertidos de todos ellos: los que cabalga el amor”. Y porque “recorrer el cancionero español es pasear por un inmenso jardín de coplas que, por toda la geografía hispana, surgen con intensidad en fiestas profanas, celebraciones religiosas o familiares y otros eventos”. La copla es arte popular que, por su intrínseca belleza, ningún gran poeta culto ha querido dejar de cultivar.

Si nos referimos a la parcela de las coplas de jota, canta o cantica, estamos en lo mismo. “A pesar de la ‘bravura’ que casi de una manera tópica se quiere asociar con nuestro primer cante regional –señala Yusta--, hay muchas letras que con belleza lírica expresan sentimientos para ser cantados casi al oído”. Para combatir la herencia de esos tópicos, propone Miguel Ángel, “renovar e incorporar nuevas letras a sus tonadas, sin miedo a las que expresen sentimientos amorosos con delicadeza y ternura, en la seguridad de que, también en ellas, brilla la belleza de la jota”. Se trata de incorporar lo lírico a la expresión popular de la copla. “Su metro se adapta como guante al dedo para manifestar en muy pocas y escogidas palabras los sentimientos que se quieren plasmar”,  ha dicho.

Lo que trasciende de esta recopilación es algo de significativa importancia: que la copla, en sus mejores manifestaciones, es un género poético. Porque la copla no es sino una forma de poesía, utilizada secularmente por poetas de toda laya y una y otra vez reactualizada por los poetas de nuestros días. La sección de Yusta recoge también coplas de poetas de ultramar, como José Hernández, José Martí o Mario Benedetti, o del ya mencionado Carlos Gardel.

No es cuestión de trazar aquí un panorama de la autoridad poética de la copla. Vayamos a lo que aquí nos interesa, a esta antología propiciada por nuestro buen poeta y gran coplista Miguel Ángel Yusta, el más idóneo para realizarla por su laboriosidad de antólogo y capacidad creadora a un tiempo, en este río inmenso y lleno de meandros sorprendentes.

Las coplas que nos propone Yusta son una forma quintaesenciada de la poesía, y a este género pertenecen con todo derecho, aunque se camuflen o ignoren en los tratados literarios, de una forma u otra, salvo cuando son autores consagrados por la creación literaria general los que las han empleado en alguna ocasión, sean Bécquer, Juan Ramón Jiménez, los Machado, García Lorca, Alberti, Cernuda o Gerardo Diego.

Hay que reconocer que Yusta (que además tiene publicados más de veinte poemarios propios y está incluído en numerosas antologías y grabaciones discográficas y es fecumdo colaborador en prensa y revistas literarias) ha entrado en el mundo poético de la copla a través de una de sus versiones más populares, la que acompaña a la jota de su tierra. Que la jota aragonesa ha propiciado una versión rocera o enfática de la copla no se puede cuestionar, aunque, como en todo, hay que distinguir el trigo de la paja. Y durante estos últimos años, a través de recopilaciones de vario formato, Yusta ha ido separando lo uno de lo otro, arrinconando la parva, y ofreciéndonos lo más poético, sensible, culto, que la copla aragonesa ha ido generando a lo largo de los siglos.

Como señala Yusta, los temas más utilizados en la copla de jota aragonesa han sido el paisaje y la tierra de Aragón, el Ebro, el Pilar y los distintos sentimientos de las gentes que la habitan. “Pobladores desde el Oroel al Moncayo, tan diferentes como el paisaje y con tanta riqueza en su diversidad, han protagonizado las numerosas variantes de nuestro folclore más difundido. La jota, hoy, se sitúa como el canto y baile más emblemático de Aragón y en los últimos tiempos parece renovarse y evolucionar con lentitud, pero con firmeza, gracias a la labor de jóvenes y entusiastas investigadores”.

Y no conforme con ello, ha ido más allá de lo local, y ha ido recopilando lo mejor de la copla procedente de la expresión poética española en general a lo largo de los tiempos. Incluso nos ofrece un ejemplo de cómo la jota aragonesa ha traspasado fronteras, como manifiesta el cante: Se baila el jaleo en Cádiz / y la “soleá” en Triana / y por Requena y Utiel / la jota zaragozana. O el dato anecdótico de coplas de jotas cantadas en euskera.

El resultado de esta nueva recopilación de Yusta es una joya literaria, como decimos, que pone de manifiesto que la poesía no necesita ni de largos parlamentos ni de retorcidas retóricas para ser expresión de lo esencial poético. La copla es como el buen perfume, que en frasco pequeño se “vende”, es decir, adquiere su mejor fragancia.

Aquí se nos ofrece la copla en toda su entidad temporal y creadora, capaz de esencializar, como decimos, los sentimientos, emociones, vivencias más intensas con apenas unos cuantos versos, con unas cuantas “palabras verdaderas” como exigía Machado a la poesía.

Todo esto parece evidente, pero siempre necesitamos de alguien que lo ponga de manifiesto, lo demuestre, lo plasme. Y aquí está el hermoso, el fundamental mérito de Miguel Ángel Yusta, que no conforme con enriquecer magistral y personalmente la copla con sus propias creaciones, ha tenido la voluntad de darle a este género poético toda la dimensión literaria que merece ejemplificando sus más notorios frutos. Pasen y lean, y admírense de lo que una copla es capaz de transmitir con tan sencillos mimbres, esa herencia que recibimos en sus primeros balbuceos de poetas anónimos, que los clásicos tuvieron la sensibilidad de hacerlas suyas y que, pasando por siglos de toda forma de poesía, sigue tan viva como siempre, porque lo esencial poético cabe en ella con el molde de las cosas que son eternas. Y lo mejor de todo, que el “Rincón de la copla” sigue en marcha.

Juan Domínguez Lasierra

La Copla. Epílogo. Prof. Javier Barreiro

Nada más disculpable o más conmovedor que el amor. Y lo de Mayusta hacia la copla lo es. Y si el amor se dirige hacia causas perdidas, resulta todavía más conmovedor. Por eso, aunque ya prologué, más extensa y académicamente, una de sus primeras antologías copleras, no puedo soslayar el reclamo del autor para añadir unas líneas, cuando todo está dicho por quienes me anteceden en la glosa.



Además, aquellos que entre nuestras pasiones hemos contado siempre con la literatura, la cultura popular y la jota, no podemos dejar de sentir afección y simpatía por el decir popular más específico de nuestra lengua. La copla podrá estar en el candelero o ser únicamente sostén del folklore popular pero nunca dejará de ocupar su lugar natural en la forma de expresarse el pueblo. El ritmo octosilábico y la asonancia surgen casi espontáneamente del hablante popular cuando quiere expresar algo con “adorno”, darle una entidad estética... Cuando esos ritmos y asonancias se trasladan a la prosa, percibimos, en cambio, una torpeza que convierte la música en sonsonete.



Por todo ello, entre los copleros suele haber chapuceros, artesanos y poetas. ¿Qué duda cabe de que Mayusta pertenece a estos últimos? La generosidad lo incita a buscar, entre sus maestros y amigos, ejemplos tan variados como los que aquí ha reunido: Clásicos y modernos, como dijera Azorín en 1919. Pero también tienen su lugar las muestras propias y son tan variopintas que, lo mismo que los autores escogidos, unas parecen clásicas y otras, modernas; las hay de encargo y espontáneas; de amor y desesperación, en relación a la naturaleza y el paisaje, el sexo, el humor…, hasta coplas culebreras, si uno quiere encontrar rarezas y sobresaltos. Y no puede faltar la copla aragonesa, que García-Arista quiso codificar con tan regular éxito como el que obtuvo su propuesta de denominarla “cantica”en su modalidad cantada. Escribió don Gregorio:

"Tiene la copla o canta como medio de expresión de todos sus sentires. Y con ella halaga, y con ella maldice, y con ella saluda, y con ella desprecia, y con ella amenaza, y con ella acaricia, y con ella reta, y con ella hiere… ¿Qué mucho, pues, que la copla sea también el medio casi único de expresar sus sentires amorosos?... Para ello necesita y dispone de bien provisto arsenal, que le saque de apuros en todos los trances".



¿Podríamos decir lo mismo de la copla andaluza? Lo cierto es que yo creo que sí y que por más que busquemos diferencias en sus rasgos textuales, como lo procuró Sancho Izquierdo, la principal estriba en la música, que es el vehículo emocional del sentimiento. La copla andaluza tuvo la fortuna de que el 22 de diciembre de 1928 se estrenara en el madrileño teatro Pavón, una obra de Quintero y Guillén con ese título, cuyo éxito desbordó e hizo definitivamente popular lo flamenco o, mejor, lo que desdeñosamente se llamó “ópera flamenca”e incluso provocó el malentendido que ha llegado a la actualidad, de que la copla se utilizara para denominar a la canción popular española, lo que es tan malo para la una como para la otra. La copla aragonesa no llegó sino a servir de título en 1933 a una obra del citado García-Arista, que, entre su tiempo y el nuestro, no habrán leído más de un millar de personas.



Quiero llegar con esto a que no podemos esperar que la copla vuelva a recuperar el lugar del que disfrutó cuando el propietario de una abacería componía una y la colocaba en un pincho sobre el saco de judías para publicitarlas, cuando Valle-Inclán componía las suyas para el jabón de los Príncipes del Congo o cuando, entre los siglos XIX y XX, periódicos y revistas semanales rebosaban de coplas de toda laya. En estos momentos, el vehículo propio de la copla en Aragón seria la renacida jota y, venturosamente, en los espectáculos de los grandes creadores musicales de la jota de hoy, como Alberto Gambino o Alberto Artigas, sustentados por artistas de la talla de Miguel Ángel Berna, Nacho del Río, Beatriz Bernad y otros, coplas como las de Mayusta y unos pocos poetas que no es oportuno nombrar aquí, están poniendo los cimientos para un resurgir de esta tan veterana forma de expresarse.

Somos tan memos que decimos haiku y se nos cae la baba y cuando hablamos de copla, pensamos en las de la tía Raimunda. Ojalá libros como este y otros, que deberían apuntalar los aludidos cimientos, sigan floreciendo en los múltiples registros a que esta forma poética puede dar lugar.



JAVIER BARREIRO

martes, 11 de agosto de 2020

La Copla: Textos de autores, agradecimientos.

********************Con Textos de:

Alberti, Rafael
Álvarez Quintero, Serafín y Joaquín
Barreiro Bordonaba, Javier (Epílogo)
Capilla Loma, Antonio
Caro Sierra, Francisco
Cernuda, Luis
De la Peña, María Luisa
Diego, Gerardo
Díez de la Cortina, Susana (Estudio preliminar)
Domínguez Lasierra, Juan (Prólogo)
Foz y Burges, Braulio
García Lorca, Federico
Gil, Ildefonso-Manuel
Gil de Biedma, Jaime
Grande, Félix
Guinda, Ángel
Hernández, Miguel
Jiménez, Juan Ramón
Jiménez de Urrea, Pedro M.
Lope de Vega, Félix
Lopera, José María
López Azorín, Manuel
Machado, Antonio
Machado, Manuel
Manrique, Jorge
Martí, José
Martín, Valentín
Pastor Gaitero, Antonio
Royo Villanova, Luis
Sender, Ramón J.
Tello Aína, Rosendo
Sánchez Vallés, Joaquín
Vázquez Marín, Juana
Verón Gormaz, José
Vilas, Manuel
Yusta, Miguel Ángel (y antólogo)

*********************Agradecimientos:
Javier Barreiro Bordonaba
Miguel Ángel Berna
Beatriz Bernad
Nacho Del Río
Susana Díez de la Cortina
Juan Domínguez Lasierra
Guillermo Fatás
Alberto Gambino
Luis J.García Bandrés
Ana Iguarbe
Alberto Serrano Dolader
Heraldo de Aragóny su sección “Hoy Domingo”
Lectores de Heraldo de Aragón
A todos los hacedores y amantes de la copla.







domingo, 9 de agosto de 2020

Roncón de la copla. Octubre 2020


Con el corazón abierto
ayer me acerqué a tu reja
y la cerraste deprisa
sin asomarte siquiera.

La copla es un vehículo poético ideal para expresar sentimientos directos con brevedad y, entre ellos, los amorosos. Las penas del amor, el ansia del amado, la espera, el desamor, el olvido, el engaño y tantos otros, han servido y sirven de tema a estas composiciones inmortales a las que se unen la soleá y la seguidilla, tan bellas como la copla y tan arraigadas en la poesía española. Una imagen hecha palabras es la que en esta copla de hoy expresa: el ansia amorosa del amante y el desdén, bien por indiferencia o por estrategia para aumentar el interés del pretendiente. Hoy ya no hay rejas donde rondar, pero los sentimientos y las acciones siguen teniendo parecidas formas. Ay, el amor...



 
Pilar es símbolo y nombre
de fe, constancia y piedad
y fortaleza de un pueblo
sin límites para amar.

Mañana, doce de octubre, Día del Pilar, es Fiesta Nacional y, claro, el día grande de Zaragoza. Como todos los años, el alma de los aragoneses se ilusiona y su Fiesta trasciende a todos los ámbitos. Este año, tan señalado y difícil, nos vamos a sentir todos un poco menos cerca físicamente, pero siempre unidos por el corazón, por esos sentimientos que nos emocionan desde niños y que transmitimos de generación en generación, y deseando que tiempos mejores, que vendrán, nos traigan la plena alegría de las Fiestas del Pilar, con las calles rebosantes, los ríos de flores y jotas, la música y las gentes alegres y bulliciosas llenando todo. Los aragoneses lo merecemos. Zaragoza también. ¡Vivan las Fiestas del Pilar!



 
Llorar por los que se fueron
en silencio y soledad
y luchar porque los vivos
no lo olvidemos jamás.

Sobra decir que 2020, este año terrible de cifra tan redonda, pasará a la Historia como el de la catástrofe sanitaria -y consecuentemente económica y social- más grave de los últimos cien años. Una ola mortífera se ha extendido por nuestro mundo y ha destruído vidas y esperanzas, poniendo de relieve la enorme debilidad del ser humano, que tantas veces se cree el centro del universo, imbatible en su superioridad intelectual y socialmente cada vez menos solidario con sus semejantes y con el mundo que habita. Reflexiones muy serias se imponen a partir de ahora y esperemos que sean efectivas. No es la menor un interés mayor por el intento de crear un futuro mejor para todos. Palabras que, por repetidas, no debieran olvidarse jamás.



 
Qué gran fortuna he tenido
de amar siempre sin medida
sin haber nada pedido...



Esta semana nos salimos de la forma de la tradicional copla, para dar cabida a una de las más hermosas formas estróficas populares de la poesía española, que tiene muchas: La soleá. Esta estrofa de tres octosílabos que riman primero y tercero es propia de la lírica popular andaluza y tiene una variante, la "soleariya" de distinta medida, con el primer verso y tercero hexasílabos rimando y un segundo de diez o doce sílabas. En fin, lo que pretendemos es resaltar la enorme riqueza de nuestra poesía tradicional, sin necesidad de acudir a modas más o menos foráneas. La soleá tiene forma cantada en el rico folclore andaluz y este ejemplo, de cosecha propia, sigue la temática de soledad y desengaño, frecuente en esta estrofa.


4,11,18,25 octubre 2020





Rincón de la copla. Septiembre 2020

Las alegrías de Cádiz
de la jota son hermanas,
con la jota y la alegría
bailo yo las sevillanas.


La relación de la canta de jota con las letras de los diversos palos del folclore andaluz es muy frecuente, así como las alusiones o afirmaciones de cariño y hermandad. La gran Lola Flores (Jerez de la Frontera 1923- Alcobendas, Madrid 1995) ha sido un emblema del folclore andaluz. Durante décadas esta andaluza universal paseó por todo el mundo la canción española, que en sus letras puede contener la copla. Durante toda su vida mantuvo un estilo especial de cante que la hizo ser admirada aun por quienes no sienten especial atracción por este tipo de arte, dado su especial temperamento artístico y su fuerza en el escenario. Reproducimos aquí una bonita cuarteta, que hace referencia al hermanamiento, en la copla, de los diversos cantes españoles.


Dicen que no nos queremos
porque no nos ven hablar;
a tu corazón y al mío
se lo pueden preguntar.

Recordamos hoy en este Rincón una hermosa copla de las dos que componen la 'Jota' incluida en el número cuatro de las "Siete canciones populares españolas" de Manuel de Falla (1876-1946). La obra fue realizada en 1914 y la letra -calificada como popular en el caso de estas dos cuartetas- la atribuyen algunos estudiosos a la propia esposa del compositor. Otros grandes autores (Bizet, Glinka, Massenet, Chabrier...) se inspiraron también en la jota para algunas de sus obras. La interpretación de la jota de las Siete canciones españolas de Manuel de Falla es una delicia que podemos degustar en Internet, en las versiones de grandes intérpretes, como Miguel Fleta, Alfredo Kraus y Teresa Berganza. No dejen de escucharlas.


 
Ciento veinticinco años /
de constancia, fe y trabajo /
dan a Heraldo de Aragón /
su galardón más preciado.



HERALDO DE ARAGÓN, comenzó a publicarse el día 20 de septiembre de 1895. Hoy celebra, pues, su 125 aniversario, siendo lider de la prensa en Aragón y uno de los principales diarios de la prensa española. El Heraldo, como familiarmente le llamamos, ha sido escuela de lectura y también importante fuente de información de numerosas generaciones de aragoneses, que lo consideran como algo propio y como una de las más importantes instituciones de esta tierra. La pandemia, que asola nuestras vidas, no impide la celebración de todo corazón de tan señalada fecha de este Diario, en el que con satisfacción colaboro desde hace medio siglo. El espíritu es fuerte y seguro que venceremos esta situación. Deseo de nuevo, desde este Rincón, larga vida y feliz trayectoria al periódico y a todos quienes día a día lo hacen posible con su trabajo y entusiasmo. 


 
La brisa quiere ser viento
el rescoldo, viva llama,
y yo quiero ser el sol
que ilumine tu mañana.


Ha comenzado el otoño, tras un verano atípico condicionado por una pandemia que sigue azotando a la humanidad y que nadie pensábamos que iba a tener tales consecuencias. Nuestras generaciones no habían conocido nada igual, pues la última gran catástrofe sanitaria, la mal llamada gripe española, aconteció hace mas de un siglo con consecuencias terribles. Esta y otras circunstancias (hambre, sequía, desigualdad) debían hacernos reflexionar sobre muchísimas cosas, comportamientos, objetivos de nuestras vidas, pero parece ser que no, que la velocidad loca de crucero de la humanidad seguirá siendo la misma y la felicidad ha de medirse con parámetros ciertamente muy dudosos. En todo caso, dediquemos un tiempo a la reflexión, aunque sea poco...





Rincón de la copla agosto 2020

  Una lágrima se seca 

y se marchita una flor

y sin embargo la jota

nunca muere en Aragón

Volvemos a traer a este “Rincón” a Felisa Galé Lacoma (1912-1948), que fue novia de José Oto e intérprete exquisita de todos los estilos de jota cantada, incluidos los de baile y rondaderas. Encontramos una pequeña publicación, “Jotas aragonesas”, de Editorial Heraldo de Aragón (Zaragoza, 1936), donde desgrana unas coplas llenas de amor por su tierra y la jota y en las que destaca también su devoción por la Virgen del Pilar. Así rendimos un nuevo homenaje a Felisa, mujer hermosa y mito de nuestra jota, que también compuso coplas, además de interpretarlas con una musicalidad excepcional y una voz brillante que, afortunadamente, se conserva en grabaciones que figuran entre las cien mejores de nuestra jota cantada.



Dentro de la Exposición

Zaragoza es un vergel,

y el capullo más hermoso

la infanta doña Isabel.


Admirada por Sarasate, María Blasco llevó la jota a principios del siglo pasado a París, Bruselas y Buenos Aires, obteniendo grandes éxitos junto a Juanito Pardo, otro gran cantador. Nació en Zaragoza en 1888 y murió en la capital argentina en 1966. Se casó en Argentina, donde fue famosa cancionista y defensora de lo aragonés hasta el día de su muerte, y en el barrio de la Jota tiene calle que la recuerda. La Reina de la Jota se la llamó, cuando intervino en el primer centenario de los Sitios, y he aquí una copla, que nos facilita Juan D. Lasierra y que, entre otras varias, dedicó María a la infanta Isabel en su visita a nuestra ciudad durante los acontecimientos de 1908. La copla tiene su “aquél”.


 

Me preguntó mi baturra

de qué enfermedad moría,

y le contesté llorando:

de tanto que la quería.


Pilar Gracia Pina pertenece a la gloriosa época jotera de Felisa Galé y José Oto, (que fueron también sus padrinos de boda). Nacida en Albalate del Arzobispo el 15 de octubre de 1913, se trasladó a Zaragoza en 1921. De voz hermosa, tomó clases con el maestro Cebollero y con Joaquín Numancia, que la presentó en el Salón Fuenclara, comenzando ahí una extensa y exitosa carrera (Premio Pilar Gascón, Oficial de Jota y otros varios). Murió en Zaragoza el 22 de mayo de 2003, teniendo lugar un concurrido y emotivo funeral baturro en la parroquia del Carmen, que reflejó en HERALDO el querido y recordado Alfonso Zapater. Esta popular canta de Sástago, recogida en el Cancionero de Mingote, era una de sus preferidas.


Ni mañica ni baturra,

ni mocica resalada:

soy mujer aragonesa

y solo con eso basta.


María Pérez Turón fue una de esas joteras que, al salir a cantar, crean un ambiente especial de simpatía. Ella fomentó una nueva manera de cantar la jota. Nació en Albalate del Arzobispo en 1943. Desde muy joven participó en diferentes certámenes y exhibiciones joteras, destacando por su bella voz, su estilo impecable y la simpatía de la que hacía gala en cada interpretación. Compartió escenario con numerosas figuras de mediados del pasado siglo, entre ellas, José Iranzo, ‘El Pastor de Andorra’, recorriendo diversas capitales españolas y del sur de Francia. María ha sido, repetimos, una de esas cantadoras que, con elegancia y discreción, han cimentado una bella manera de decir la copla de jota aragonesa. Mi copla para todas ellas.


La jota, para ser brava

no ha de cantarse entre rejas;

quiere campo y libertad,

por algo es aragonesa.

 

María Dolores Serrano (Lleida 1929-Barcelona 23.09.1986) Licenciada en Filosofía y Letras, especialista en lenguas semíticas (conoció el árabe clásico y algunos dialectos contemporáneos); viajó por el Sahara y diferentes países de la zona. Con motivo de su fallecimiento, Néstor Luján (La Vanguardia 24.09.1986, obituario) indicaba que la autora ensayó en sus artículos periodísticos «un nuevo género de crónicas viajeras, siguiendo, no la geografía sino el rastro misterioso, no dibujado jamás, de un fenómeno lleno de poéticas y materiales suscitaciones: la frontera lingüística de Cataluña y Aragón. Una aventura intelectual que estaba muy dentro de su espíritu, de su curiosidad». La copla que hoy publicamos la publicó Mª Dolores en La Vanguardia el 27 de julio de 1965, dentro de un artículo de viaje sobre la localidad aragonesa de Nonaspe. Cuenta que se la cantaron allí y quedó impresionada por su fuerza y belleza.


Agosto 2020: 2,9,16,23,30