martes, 25 de diciembre de 2012

Navidad 2012


A la orilla del recuerdo
quiero llevarte conmigo
y contar juntos las horas
los días y los caminos.



Navidad es una palabra mágica que nos trae recuerdos, nostalgias y vivencias más acentuadas conforme van transcurriendo los años de nuestra existencia. Cambian las épocas, los modos, pero estas fechas siempre nos producen una sensación muy especial que no podríamos definir. Cierto es que los tiempos actuales, de crisis y violencia, no están para demasiadas alegrías, que el hombre sigue siendo “lobo para el hombre” y que no es precisamente ésta una época de amor y solidaridad, aunque los luminosos de los grandes almacenes sigan haciendo guiños y las calles se iluminen con estrellas de Belén. Pero al mal tiempo buena cara y vamos a intentar cambiar las cosas desde el cambio de cada uno de nosotros. A ver si esta vez es de verdad...
 
(Publicado en Heraldo de Aragón)

domingo, 16 de diciembre de 2012

Joaquín Sánchez Vallés


Del dolor de la existencia
no sé por qué te sorprendes:
hemos venido a la vida
para aprender de la muerte.


Joaquín Sánchez Vallés es un reconocido poeta y escritor aragonés de amplia proyección. Afable, discreto y amigo de sus amigos es un trabajador de la escritura meticuloso y sabio al par que lleno de una exquisita sensibilidad. Su obra es muy extensa, como lo es su palmarés de premios y reconocimientos, y los lectores interesados podrán encontrar amplias referencias en la Red. Joaquín es mi amigo y por ello le pedí en su día una copla para esta sección. Le he vuelto a solicitar otra y aquí la tienen: una excelente cuarteta llena de poesía. Para que luego digan algunos que nuestra copla, que tantos y tan buenos escritores han utilizado y utilizan, no es digna de ser considerada como una de las más bellas estrofas poéticas de nuestro idioma...

 (Heraldo de Aragón)

martes, 11 de diciembre de 2012

Nacho del Río


La jota es algo especial
que nace del corazón,
roba una copla en el alma
y la regala en la voz.

(Mayusta)


Nacho del Río es una de las más destacadas figuras de la historia de la jota aragonesa cantada. Nace en Calatayud en 1975 y desde sus primeros años está ya relacionado con el mundo de la jota, recibiendo lecciones de canto de figuras como Teresa Aguirre, Mercedes Cartiel, Olga Recaj y, sobre todo, el gran Jesús Gracia. Tiene numerosas grabaciones, entre ellas los interesantes volúmenes de “La jota ayer y hoy” y su último trabajo es “Batebancos”, un CD en el que desgrana veintiséis jotas de diversos autores, entre los cuales tengo el honor de encontrarme. Nacho ha conseguido ser un campeón incuestionable y, en palabras del periodista y crítico Mariano García, “El nuevo rey de la jota”. Su juventud hace augurar todavía un camino pleno de éxitos en este complejo mundillo de la jota, que estudia y renueva con ahínco y sabiduría.

(Publicado en Heraldo de Aragón 9.12.12)

domingo, 2 de diciembre de 2012

Hoy en Heraldo. Rincón de la copla.


Las muñecas, del sex-shop,
en la cama, una mujer,
hacer el sexo, de veras,
y los libros...de papel.


José Luis Melero Rivas, Pepe para los amigos, es un reconocido escritor y bibliófilo aragonés y, además, forofo del Real Zaragoza. Frecuenta Casa Emilio donde, arropados por ese otro gran aragonés, Emilio Lacambra, pasamos horas gratas hablando de lo divino y lo terreno, siempre con el fondo del inolvidable José Antonio Labordeta. Pepe acaba de presentar un libro “Escritores y escrituras” y al ser entrevistado al respecto por Antón Castro para Heraldo, hizo unas curiosas declaraciones que yo me he permitido “poner en copla”. El buen humor de Pepe Melero supongo que hará que me perdone este atrevimiento, pero es que la cosa, en tiempos de la digitalización editorial, tiene mucha, muchísima miga...


jueves, 18 de octubre de 2012

-TEXTO DE LA PRESENTACION DEL LIBRO DE MIGUEL ÁNGEL YUSTA CANCIONERO DE COPLAS ARAGONESAS. BIBLIOTECA DE ARAGON, 13 DE ABRIL DE 2011.

 

 

Yo digo siempre, altanero y orgulloso, que la cuarteta se inventó sólo para que con ella pudiera cantarse la jota aragonesa. Lo cierto es que esos cuatro versos octosílabos, que riman en asonante el segundo y cuarto, fueron la combinación métrica elegida para crear la copla -que en Aragón se llama también canta, cantar o cantica- y han constituido desde siempre el soporte textual habitual de la jota cantada, excepción hecha de los estribillos y de algunas pocas coplas de cinco o seis versos.

Las coplas son por tanto imprescindibles para el canto de la jota. Y ésta, durante algunos años, especialmente durante la segunda mitad del siglo XX, les dio inexplicablemente la espalda. No hubo renovación en las coplas, se cantaban casi siempre las mismas y apenas surgían nuevos autores que apostaran por ellas y escribieran nuevos cancioneros.

Hasta entonces habían escrito coplas dos tipos de poetas: los de extracción popular, los hombres del pueblo que con su ingenio y sensibilidad tradicionales han creado algunas de las cantas más hermosas (Ambrosio Ruste, Emilio Ester Rubira, Ruperto Aznar Sanz, Luis Sanz Ferrer, José Iruela, Pedro Lafuente, Joaquín Yus…); y los de formación académica y voluntad y exigencia literarias, los escritores "cultos" para entendernos, que, especialmente a finales del XIX y en los primeros años del XX, pusieron en muchas ocasiones su inspiración al servicio de la jota. Pensamos, por ejemplo, en Eusebio Blasco, Luis Royo-Villanova, Joaquín Dicenta, Mariano de Cavia, Cosme Blasco, Mariano Miguel de Val, Juan Moneva, José García Mercadal, Fernando Castán Palomar, Alberto Casañal, Sixto Celorrio o Gregorio García-Arista. Luego, como digo, hubo un gran parón y apenas unos pocos escritores (Alfonso Zapater, Mario Bartolomé o José Verón Gormaz a la cabeza de ellos) se atrevieron a usar la copla como instrumento de creación.

¿Por qué ocurrió esto?

Pues porque durante años los intelectuales, los escritores, los artistas, dieron la espalda a la jota. Veían en ella algo del pasado, algo instrumentalizado políticamente y algo declaradamente confesional (las coplas religiosas eran no sólo habituales sino sobreabundantes en un momento en el que la sociedad caminaba ineluctablemente hacia el laicismo y dejaba las manifestaciones religiosas para la esfera íntima y privada), y apenas nadie quería participar en algo en lo que había, desde el punto de vista del prestigio intelectual, mucho que perder y poco que ganar.

Era pues necesario renovar las coplas y también volver a cantar, entre las más tradicionales, aquellas que pudieran gustar y emocionar a los aragoneses de cualquier condición, sin distinción de clases ni ideologías: pensemos en rondaderas como la de Mainar, en bellísimas coplas de amor como la que suele cantarse con el estilo "de la del albañil": "Baturrica, baturrica/ yo te llamo, yo te llamo/ que no tardes, que no tardes/ que me acabo, que me acabo", en el estilo Calatayud: "Derecha te estás criando/ como las cañas del trigo/ aquí te estoy esperando/ para casarme contigo", o en las coplas de humor aragonés que aquí tanto gustan: "Cuando se murió mi madre/ dijo una verdad mi abuela:/ si este chico tiene suerte/ vivirá hasta que se muera" o "Anda y dile al ayudante/ de parte del ingeniero/ que le diga al capataz/ que trabaje el caminero".

La obsesión por la renovación de las coplas no viene naturalmente de ahora. Demetrio Galán ya en 1966 clamaba por ella en El libro de la jota aragonesa. Lamentaba que a los estilos y tonadas se les denominara habitualmente "con la expresión literaria del primer verso, o del segundo, o por cualquier detalle de la copla aplicada" pues durante años se ha tenido la mala costumbre de aplicar casi siempre las mismas letras a los mismos estilos, con lo que se producía un empobrecimiento notable de las cantas. Y explicaba que "no es lógico que entre más de quince mil coplas que existen en los cancioneros aragoneses, en las múltiples colecciones de cantas que se han editado, en la tradición verbal de las gentes de los pueblos, en los archivos particulares..., se elijan casi siempre las mismas, con lo que se evidencia la rutina y se deja de satisfacer a los oyentes con una más amplia variedad de coplas representativas de las cosas de Aragón, de sus sentimientos, de sus costumbres". Afirmaba, con toda solemnidad, que "es necesario que los intérpretes de la jota cantada procuren seleccionar siempre las coplas que vayan a ofrecer al público... (porque) ha llegado la hora de ir renovando las que rutinariamente, desde hace tantos años, se vienen aplicando a las mismas tonadas". Y exigía que los aragoneses demostráramos que "la vena poética, el ingenio y la gracia de nuestras coplas no están limitados a unas docenas de ejemplos, cuando en realidad nuestro acervo de cuartetas es inmenso". Todo esto, recordémoslo, en 1966.

Uno, que está naturalmente de acuerdo con esas afirmaciones, va todavía un poco más lejos y es de la opinión que las coplas que los cantadores elijan para ser cantadas en público (no por supuesto en reuniones privadas o en ambientes íntimos y reducidos, en los que, faltaría más, cada uno puede cantar lo que le venga en gana) sean aquellas en las que todos los aragoneses nos reconozcamos sin problema alguno. He dicho muchas veces que si en una reunión de personas no unidas por lazos de amistad fraterna, la prudencia, la discreción, el buen gusto y la buena educación aconsejan no hablar de política ni de religión, porque no se sabe en modo alguno cómo van a pensar los otros ni cómo se van a recibir nuestras opiniones, cómo no hacerlo en un certamen o festival en el que nos están escuchando cientos, acaso miles de personas. Las creencias religiosas o políticas pertenecen a la esfera más privada, más íntima, y del mismo modo que no las exteriorizamos a la primera de cambio en una reunión cualquiera, no sé muy bien por qué hay que hacer ostentación de ellas cuando se canta en público la jota. Bueno, en realidad, lo sé muy bien: porque son costumbres que se arrastran de épocas predemocráticas y de un régimen anterior -confesional por supuesto y españolista a machamartillo-, al que sí le interesaba que se difundieran esas ideas. Podrían decirme ustedes a pesar de ello que cualquier cantador tiene todo el derecho del mundo a expresar en público sus ideas, aunque éstas pudieran disgustar, fatigar o aburrir a parte del público asistente. Así es, en efecto. Pero por la misma razón otros cantadores también tendrían el mismo derecho a expresar las contrarias, por lo que el certamen, concurso o festival se convertiría en una especie de Parlamento en el que cada cual expondría y defendería sus creencias o ideología. Y en eso, espero que todos estemos de acuerdo, no puede convertirse la jota.

Así pues, dado que hay millares de coplas que pueden gustarnos a todos, elijamos éstas para cantar nuestras jotas, conciliando las más antiguas con las nuevas que Miguel Ángel Yusta y sus discípulos vayan escribiendo. Y arrinconemos de una vez por todas las coplas que sólo emocionan o con las que sólo se identifican una parte de los aragoneses, pero no todos ellos. No se trata, espero que haya quedado muy claro, de sustituir una ideología por otra: se trata, justamente, de que no haya ideología, de buscar un punto de encuentro en el que cualquier aragonés de cualquier condición, ideología o creencia, pueda vibrar con la jota.

Todo cambió, afortunadamente, desde que en 2005 se inició el proyecto de "La jota ayer y hoy", en el que Nacho del Río tuvo un papel esencial, y que ha culminado en el espectáculo-gala Xotares con una apuesta decisiva por la modernidad, la cultura y el buen gusto. En Xotares, que se estrenó este mes de abril en el Teatro Principal de Zaragoza, los más grandes cantadores del momento cantaron a Costa, a Luis Buñuel, a Francisco de Goya…, utilizando nuevas coplas escritas ad hoc por uno de los más destacados poetas aragoneses de los últimos años: Miguel Ángel Ortiz Albero. Las cosas, por tanto, empezaron a hacerse desde 2005 con criterio, con un gusto exquisito, muchos escritores, artistas e intelectuales se acercaron ya a la jota sin ningún rubor y el gran Miguel Ángel Yusta se puso al frente y abanderó a todos aquellos poetas y escritores que estaban por la renovación de las cantas. Miguel Ángel Yusta no sólo no ha desdeñado la copla como modo de expresión poética sino que se ha convertido en los últimos años en uno de sus más decididos defensores desde su sección "Rincón de coplas" en Heraldo de Aragón. Yusta ha perdido ya la cuenta de las veces que ha ganado el Concurso de Coplas Aragonesas que convoca el Ayuntamiento de Zaragoza, y ha conseguido el honor sin parangón de que algunas de sus cantas sean ya patrimonio de todos y de que todos las canten sin conocer su autoría. Yusta ha retomado pues la antigua tradición de que los grandes escritores aragoneses dedicaran algunos de sus afanes a la jota aragonesa; y ha sido tan generoso que decidió que esos esfuerzos por difundir y prestigiar la jota no serían pocos sino abundantes, pródigos y fecundos. Y el último ejemplo de su generosidad es este cancionero de coplas que viene a enriquecer de forma indiscutible la gran bibliografía ya existente sobre cantares aragoneses. Coplas de amor, coplas sobre Aragón, sus gentes y su paisaje, coplas de costumbres, rondaderas…, coplas que nos llegan al corazón porque nos hablan de los sentimientos y las pasiones de muchos de nosotros.

Por esa dedicación a nuestras coplas, por esa generosidad en entregar a la jota buena parte de su talento, los aragoneses estamos en deuda con Miguel Ángel Yusta. El pueblo llano aragonés, el que todavía canta la jota a diario sin pedir perdón por ello a los gurúes de la modernidad y a tantos como se empeñan en uniformarnos bajo una cultura global, ha encontrado en él al mejor de sus troveros.

José Luis Melero

miércoles, 9 de mayo de 2012


El «no» sin eco posible
de tu voz embalsamada,
se está muriendo de frío
en los cristales del agua.



    Manuel Francisco Reina (Jerez de la Frontera 1974) es escritor y crítico literario y reside actualmente en Madrid. Ha publicado ya cerca de 40 títulos como los poemarios "Las Rosas de la Carne", "Las Liturgias del Caos" y "La Vocación del Zángano", galardonados con varios premios. También es autor de las novelas La Coartada de Antínoo, La Mirada de Sal, y La Emperatriz Amarga, además de diversas antologías y compilatorios como Poesía Andalusí o Un Siglo de Copla. Manuel Francisco es un defensor de la copla, digno sucesor de “Demófilo”, y tiene excelentes trabajos, como el dedicado a Miguel de Molina, que pueden consultar en la Red. La copla de hoy es un fragmento de Rafael de León.

    (Publicado en Heraldo de Aragón 6.5.12)