Cuando rondo por la noche
voy
pensándome una jota
para
dejarla prendida
en
el balcón de mi moza.
Llega el
mes de octubre y con él nuestras Fiestas del Pilar. La jota estos
días se convierte en un himno que toma las calles y plazas con las
voces, los bailes y los instrumentos que nos hacen vibrar y llena el
corazón de los aragoneses y visitantes. Las modas pasan, pero
nuestra jota sigue viva, única y universal, renovándose para seguir
joven y bella, honrando su tradición e historia y los diferentes
caminos que conducen a su éxito y a punto de ser declarada
Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Pilar, Ebro y
Jota son palabras mágicas que, junto a alegría, llenan estos días
zaragozanos. Que sean acompañadas de diversión sana y respeto para
que, además "tengamos la fiesta en paz..." Muchas
felicidades, zaragozanos y forasteros y a disfrutar.
Entre
tus brazos, las flores,
el corazón en las manos,
la
concordia en las miradas
y una oración en los labios.
Ayer
fue el día grande de nuestras Fiestas y, como desde hace muchos
años, las calles que confluyen en la Plaza del Pilar fueron durante
todo el día un río de flores, en
manos de oferentes vestidos
con
trajes
regionales
aragoneses y de diversas procedencias de todo el mundo. La Ofrenda,
propiciada por el entonces
concejal
de
festejos del Ayuntamiento de Zaragoza Manuel
Rodeles tuvo
su primera manifestación el 12 de octubre de 1958, auspiciada por el
HERALDO, Radio Zaragoza y con el apoyo de diversas personalidades
zaragozanas. Duró alrededor de dos horas y participaron unos dos mil
oferentes. Las impresionantes cifras de ayer están en la mente de
todos, pero es importante dejar constancia de los inicios como
recuerdo para las nuevas generaciones.
Al
rondarte vi la luna
reflejadica
en tu cara.
Desde
entonces voy de noche
a
soñar a tu ventana.
Hoy,
queridos lectores, me van a permitir alguna confidencia personal, que
no suelo prodigar. La jota tiene muy diferentes formas de expresión,
pero a mí siempre me ha emocionado especialmente la jota de ronda.
La rondalla recorre las calles en la noche y es inevitable la parada
para cantar una copla a una persona especial, mientras, normalmente,
descansan los rondadores de su paseo. De niño, especialmente cuando
transcurrían las Fiestas del Pilar, iba con mi padre tras la
rondalla, allá por el barrio de La Magdalena (nací en la calle
Mayor al lado de la tienda de Quiteria Martín que sigue idéntica
tras tantos años). Son recuerdos que se graban en el corazón y
perduran. Trazos de amor a la tierra y a nuestro gran patrimonio, que
es la jota.
La
jota es flecha lanzada
desde
el corazón al cielo
y
desde Aragón proyecta
su
belleza al mundo entero.
Y
terminamos este mes jotero por excelencia, lleno de emociones para
los zaragozanos que hemos vivido nuestras Fiestas con cariño y
alegría. Nos adentramos en el otoño a través de un mes largo de
días cortos. Ya lo expresa el dicho popular: "Dichoso mes / que
empieza en Todos los Santos / y acaba con San Andrés".
Paciencia pues para transitar por este período de resaca de fiestas
y recuerdo a quienes se fueron y a Don Juan Tenorio (un tanto
olvidado por modas importadas) y esperemos el bombardeo publicitario
navideño con resignación y paciencia y preparados para desearnos la
paz que parece no importar demasiado a quienes mandan en el tablero
mundial. Pero,
como dijo el poeta oriolano, que nos dejen la esperanza, que no la
vamos a perder.
Heraldo de Aragón, 6, 13, 20, 27 octubre 2024