jueves, 1 de febrero de 2024

Rincón de la copla. XXIII Aniversario. Febrero 2024

 Sembramos las esperanzas

en nuestra tierra desierta

y se secan al regarlas

sólo con fe y con paciencia.

 Parece ser que los aagoneses, noblotes y confiados (pero pocos) tenemos que estar permanentemente en guardia porque, a base de ser buenos vecinos, pacíficos, solidarios y pacientes pues nos van dando zurriagazos periódicamente. El último (ya saben, por las noticias-sonda que se van publicando y conociendo) con nocturnidad, alevosía y, eso sí, palabras de muy insegura interpretación y polivalentes, porque hoy significan una cosa y mañana otra que puede ser perfectamente la contraria. Son los tiempos del todo vale y eso, de verdad, va mal con el carácter de acá y peor con la paciencia de cientos de agricultores que esperan hace años el agua que les redima. Queda dicho con elegancia, dignidad y sin follones. O sea, como aragoneses. Y con copla de jota.

 

 Si se marcha nuestra gente

y no cuidamos del agua

al final transvasaremos

pobreza y desesperanza.

Desde hace décadas existe en determinadas zonas de nuestra Comunidad y ciertas provincias de comunidades vecinas un grave problema de despoblación que ya fue diagnosticado pero que sigue sin un tratamiento eficaz ya que, hablando en términos sanitarios, o las medicinas son muy costosas o hay otros pacientes que tienen prioridad, dada su importancia, para recibir ese eficaz remedio. En medicina esto se llama "mala praxis" y es un término que se usa para referirse a la responsabilidad profesional por los tratamientos realizados con negligencia y que causan daños al paciente. Deberían pensar muy seriamente quienes tienen responsabilidades muy elevadas si los "tratamientos" se estan aplicando con equidad y justicia, de modo que todos puedan beneficiarse.

 

Con trabajo, fe y constancia

sembramos en nuestros surcos

mas si no tenemos agua

nunca veremos los frutos.

El amor a la tierra que te vio nacer, a su entorno y a sus gentes, a los lugares donde creciste y tal vez amaste por primera vez, es un sentimiento nobilísimo y loable. También lo es el saber compartir las alegrías y las tristezas y ser generoso con quien menos recursos tiene. Los mayores – y digo los que rondamos los ochenta por arriba o por abajo- llevamos muchas décadas con la misma "copla del agua", y como vamos quedando pocos, tenemos la obligación moral de informar y formar a quienes llegan detrás y que, en general, lo han tenido más fácil, aunque cada generación tiene sus propios retos y problemas. Sí que les invitamos a salir de las pantallas de vez en cuando, mirar a su alrededor y aprender a amar nuestros paisajes.


Cuando te escucho cantar

me duele el alma, jotero,

pues es un grito tu jota

lleno de sed y desierto.

No cabe duda alguna de que la Jota Aragonesa (próxima a ser declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad) es un tesoro que debemos conocer a fondo, proteger y cuidar sin que por ello impidamos, sino todo lo contrario, sus necesarios crecimiento y desarrollo. Las coplas de la jota, las cantas, son muchas veces la constatación de hechos que son de gran importancia y que en tiempos eran así glosados para conocimiento del oyente, que en la época no contaba con los medios de comunicación y difusión que hoy existen. Pero hoy la jota, su copla, puede tener también un fin difusor y reivindicativo que expanda sentimientos, llegando como una flecha al corazón del oyente. Es una más de las muchas funciones que la jota -música y letra- debe seguir teniendo.


Heraldo de Aragón 4,11,18,25 febrero 2024.
























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