Una música en el aire
sin palabras te ha
dejado;
por los caminos del
Delta
vida y muerte van
cantando.
Artur Ballesté es
el seudónimo con que el Poeta del Delta (cuyo nombre no desea que,
por el momento, aparezca en estas líneas, aunque los lectores
avezados y atentos lo conocemos ya por su trayectoria y buen hacer
poético) ha compuesto una serie de hermosas coplas, de las cuales
esta que hoy traemos aquí es un buen ejemplo. Es un delicado poema
que nos trae el aroma del río, del Padre Ebro que, al llegar al mar,
extiende generoso sus brazos y crea un entorno muy bello, un paraje
excepcional que todos tenemos la obligación de preservar y mantener,
por encima de ambiciones e intereses espurios de unos pocos que
solamente piensan en engordar sus cuentas en Suiza y en quienes, por
desgracia, late un corazón de caja registradora.
(Heraldo de Aragón, 14.09.2014)
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