La jota es bravo sentir
que en todo Aragón se canta
con latido noble y firme
que sale limpio del alma.
Me atrevería a calificar a José María Lopera ( Alcaudete, Jaén, 1929) como un digno sucesor de Demófilo. Su publicaciones -numerosísimas- hacen de él un poeta imprescindible, sobre todo en su faceta de creación de las estrofas populares, y un investigador fundamental del folclore andaluz. Cultiva la literatura, la arqueología y la historia. Actualmente vive en Álora desde donde proyecta una intensa actividad cultural y dirige la revista literaria Álora, la bien cercada. Habla seis idiomas y ha estudiado fenicio y tartessio. Es Caballero de la Orden del Danubio. Ha leído sus poemas en ocho países y, entre sus numerosas obras, su libro Flamenco para cantar palo a palo es fundamental para conocer todo ese rico acervo popular que encierra el folclore andaluz.
Mi cuerpo es ese árbol,
la montaña y el río.
Nadie, nadie lo sabe:
sólo yo, que lo olvido.
En
José Corredor-Matheos, como en tantos poetas consagrados, se muestra
cómo una copla, cuatro versos octosílabos que riman en asonante los
pares, puede ser un poema de una belleza e intensidad absolutas.
Nacido
en Alcázar de San Juan en 1929, vive en Barcelona desde 1936. Se
licenció en Derecho en dicha ciudad y empezó a destacar como
crítico de arte, traductor, antólogo y poeta. Fue además jefe de
redacción de la editorial
Espasa-Calpe y director del Gran Larousse Català. En 1953 publicó
su primer poemario, Ocasiones para amarte, al que ha seguido una
quincena de libros reunidos en Poesía 1951-1975 (Plaza y Janés,
1981) y Poesía 1970-1994 (Pamiela, 2000). Recibió el Premio
Nacional de Poesía 2005 por El don de la ignorancia.
Me fui con tu libro allí,
y luego no hacía falta:
todos tus versos, Antonio,
el Duero me los cantaba
Poeta española nacida en Bilbao en 1902, estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid, fue catedrática de Lengua y Literatura en los institutos de Huelva, Alcoy y Murcia hasta después de la guerra civil española y posteriormente, tras ser represaliada, trabajó en la Biblioteca Nacional de Madrid. Es una de las mejores representantes de la llamada poesía desarraigada, de la primera generación de la posguerra. Junto con Blas de Otero y Gabriel Celaya, formó parte del importante Triunvirato Vasco de la poesía de post-guerra. Mujer de barro, editado en 1948 fue su primer libro, al que siguieron luego hasta diez publicaciones, con el bellísimo 'Soria Pura', reeditado recientemente (Lastura), al que pertenecen estos versos dedicados a Antonio Machado.
En amor son los suspiros
pequeños brotes de viento
brisa que canta dolores
o nostalgia de recuerdos.
Navegante de la noche:
mantén la guardia despierta.
Abre los ojos y el alma
porque tus versos esperan.
En estos tiempos de pandemia y desorden de nuestras costumbres habituales, sobre todo en quienes ya no tenemos horarios laborales, es frecuente que la jornada de lectura o escritura y también de navegación por Internet se prolongue hasta horas inhabituales. El insomnio, también muy frecuente, y en muchos casos la soledad del aislamiento, hace que nuestras citas y conversaciones se desarrollen a horas en las que tendríamos que estar ya durmiendo apaciblemente. Pero la noche siempre tiene su encanto, bien en amigables tertulias presenciales o, como es el caso en estos últimos tiempos, en conversaciones a distancia en la pantalla del ordenador. En todo caso, vaya esta sencilla copla para aquellos "navegantes de la noche" que muchas veces nos acompañan,
Heraldo de Aragón. Noviembre 2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario