Somos
instante de luz
que
pronto se desvanece
pero
el amor verdadero
sobre
la luz prevalece.
Coplas
de amor, coplas llenas de sentimientos que nunca pasan de moda,
aunque a diversos poetas de vanguardias varias les parezca que el
amor, en poesía, no es sino un resto de romanticismo trasnochado y
epígono beckeriano. Pero lo cierto es que siempre que haya dos
personas cautivas del amor -o del enamoramiento, que no suele ser lo
mismo- habrá poesía y su expresión será desarrollada en
cualquiera de las formas que la contienen. Y una de las formas
estróficas llenas de belleza es la copla, nuestra genuina expresión
poética, inmortal, renovada y revitalizada con las nuevas
aportaciones que periódicamente le acarrean los poetas, los copleros
(nunca esta expresión ha sido tan digna y bella) y quienes las leen,
las cantan y las publican.
(Heraldo de Aragón. 4.8.13)
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