-¡Ay, madre, que me lo han roto!
-¡Hija, no me digas qué!
-El cantarico en la fuente,
¡pues qué se creía usté!
Las coplas festivas han sido desde siempre cantadas en fiestas familiares, reuniones de amigos y alifaras en las numerosas bodegas de nuestros pueblos, muchas de ellas aún “en activo” para menesteres festeros. Estas cantas constituyen una de las características de nuestra vertiente popular y, aunque las “discomóviles” han cambiado muchas costumbres, sobre todo en los más jóvenes, aún se escuchan con frecuencia en las noches veraniegas de fiestas, buen tiempo y largas veladas gastronómicas bien regadas. Son tan abundantes que sería una exhaustiva labor recoger en una antología una pequeña parte de ellas. Su renovación es constante, aunque la temática suele ser la misma: política, clero, mozos, mozas, suegras y, sobre todo, el sexo en su expresión más desenfadada. Algunas de ellas se han hecho harto famosas y, en su oportuno lugar y tiempo, las publicaremos. Hoy traemos a esta sección una de las más “normalicas”...
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