jueves, 22 de julio de 2010


Le pregunté a mi baturro
de qué enfermedad moría
y me contestó diciendo:
de tanto que me quería.





María Pérez Turón es una de esas joteras que, al salir a cantar, crean un ambiente especial de simpatía. La jota exige sensibilidad y buen decir y no siempre ha de cantarse con esa “bravura” que tantas veces se critica. Ella fomentó una nueva manera de cantar la jota. Nació en Albalate del Arzobispo en 1943. Desde muy joven participó en diferentes certámenes y exhibiciones joteras, destacando por su bella voz, su estilo impecable y la simpatía de la que hacía gala en cada interpretación. Compartió escenario con numerosas figuras de mediados del pasado siglo, entre ellas, José Iranzo,“El Pastor de Andorra”, recorriendo diversas capitales españolas y del sur de Francia. María ha sido, repetimos, una de esas cantadoras que, con elegancia y discreción, han cimentado una manera de decir la copla de jota aragonesa que, por fortuna, tiene en la actualidad muy cualificados seguidores. Traemos al “Rincón” una de sus coplas preferidas.

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